Solo hace algunas décadas el hombre pensaba que la Tierra era muy grande, sus recursos ilimitados, y nuestra atmósfera y océanos eran de tal dimensión, por lo cual, nuestras acciones...
Solo hace algunas décadas el hombre pensaba que la Tierra era muy grande, sus recursos ilimitados, y nuestra atmósfera y océanos eran de tal dimensión, por lo cual, nuestras acciones y actividades no tenían un impacto. Por ello, podíamos verter nuestros residuos, éstos se diluirían sin perjuicio para el medio ambiente. Los gases de efecto invernadero, asociados al cambio climático, la presencia de compuestos químicos presentes incluso en regiones donde la presencia del hombre es muy baja, la sobrepesca a escala global y la pérdida de biodiversidad, son claros ejemplos de que el hombre ha estado afectando el medio ambiente en forma compleja y con repercusiones que aun no vislumbramos por completo. Por ello hoy hablamos de que el siglo 21 es el siglo del medio ambiente y el hombre debe hacer todo lo posible por revertir tendencias en el uso de ciertos recursos, como son los combustibles fósiles, reciclar elementos que afectan nuestro medio ambiente, el desarrollo de nuevas tecnologías limpias, entre otros aspectos relevantes.
Si bien éstos son problemas relevantes, a escala global, también a escala regional Chile enfrenta enormes desafíos. Las diferentes actividades del hombre están liberando diferentes tipos de desechos. Algunos los vemos y nos llaman la atención, como son los residuos plásticos que ensucian nuestras playas y, en ciertas regiones del sur del país, han transformado un bello paisaje en verdaderos basurales. Lamentablemente, cuando nos comenzamos a acostumbrar y ver como algo habitual, y perdemos la capacidad de asombrarnos por nuestros efectos sobre la naturaleza, nuestras acciones para remediar esta situación se diluyen.
Por otra parte, hay muchos otros tipos de desechos que permanecen ocultos, invisibles a nuestros ojos. Ya sea porque al estar bajo el mar, o porque por su naturaleza no los vemos (contaminantes químicos, por ejemplo), no significa que no sean una amenaza para la biodiversidad y para el hombre. Ello solo significa que no tengamos suficiente conocimiento, en otras palabras, solo habla de nuestra ignorancia. Algunas de nuestras ciudades costeras tienen vertederos submarinos, con la esperanza que los procesos de transporte de ellos sea lo suficientemente grande y los aleje de nosotros. Además, la agricultura, la pesca y la acuicultura también vierten, en nuestros cuerpos de agua, una cantidad de productos que tienen diferentes efectos ambientales que todavía no logramos comprender a cabalidad. Pero nuevamente caemos en nuestra propia falacia y el mar no es tan grande como para que estos elementos no tengan consecuencias. Es claro que debemos cambiar nuestros paradigmas, porque estamos realizando cambios en la naturaleza que hoy comenzamos a percibir y que pondrán en jaque a la humanidad en un futuro no muy lejano. Y, es claro que Chile está y será afectado por todas estos cambios ambientales, si no asumimos nuestras responsabilidades ambientales.
Alejandro Buschmann, Centro i-mar y CeBIB, Universidad de Los Lagos – Puerto Montt