
La Dra. Viviana Espinoza Espinoza inició su historia con el Instituto de Acuicultura (IACUI) de la Universidad Austral de Chile en 2007 como tesista y, tras casi dos décadas de investigación ininterrumpida, tomó este año la dirección del Hatchery de Invertebrados Marinos.
El relevo se produjo tras el retiro de sus mentores, la Dra. Ana Farías Molina y el Dr. Iker Uriarte Merino, pioneros del programa que logró implementar el ciclo de cultivo del pulpo rojo patagónico (Enteroctopus megalocyathus) en cautiverio.

“Llegué acá el año 2007 como tesista, en un proyecto que tenía el doctor Iker Uriarte, y desde entonces seguí trabajando con él y la doctora Ana Farías en choritos, ostiones y pulpo”, recuerda Espinoza, quien optó por doctorarse en la Universidad Católica del Norte para “ampliar su visión” sobre especies y enfoques productivos. Esa decisión—dice—reforzó su vocación por la investigación y docencia, la misma que hoy canaliza en la UACh.
Autonomía operativa
Con la jubilación de los profesores, la investigadora postdoctoral asumió por completo la operación del hatchery, desde el cultivo de microalgas y zooplancton hasta el manejo integral de pulpos —reproductores, embriones y juveniles—. Hoy mantiene una hembra próxima a eclosionar y un juvenil nacido en laboratorio. Cuando los huevos eclosionen, previsto para julio, la Dra. Espinoza apoyará el trabajo de una tesista de pregrado de la carrera de Ingeniería Ambiental que estudiará aquella cohorte.
Aunque reconoce el desafío logístico de estar prácticamente sola en el laboratorio, la académica explica que el pulpo ofrece ventajas operativas que lo vuelven más sencillo de manejar que muchos peces de cultivo. A partir de la etapa juvenil, explica, los animales aceptan presas grandes, principalmente jaibas o cangrejos, y gracias a su metabolismo intermitente, basta alimentarlos cada dos o tres días en lugar de las raciones diarias que exigen la mayoría de los peces cultivados.
Proyecciones
Bajo la conducción de la Dra, Espinoza, el hatchery afina variables clave —dieta, temperatura y densidad— para aumentar la supervivencia larvaria y dar el salto de la fase experimental a ensayos piloto de escala semicomercial.
Al mismo tiempo, la investigadora, junto a otros investigadores de la UACh, busca fortalecer la vinculación con los pescadores artesanales de Guapilacuy, en Ancud, relación que se forjó en el proyecto FIC-075-2019 “Preservando la Tradición Pesquera de las Comunidades Costeras para el siglo XXI a través de la Acuicultura de Pequeña Escala”. En esta iniciativa, mujeres y hombres del Sindicato de Trabajadores Gente de Mar de Chaular recibieron capacitaciones prácticas de la UACh para cultivar pulpo rojo patagónico en estanques terrestres.
El siguiente paso, enfatiza Espinoza, es obtener financiamiento para consolidar la alianza y demostrar la viabilidad comercial del modelo. La iniciativa que actualmente está en fase de postulación a fondos pretende afianzar el Centro de Acuicultura de Pequeña Escala (APE) de Guapilacuy: el proyecto estará a cargo de los doctores Alex Romero y Jorge Hernández, ambos de la UACh, con Espinoza como investigadora.
La apuesta combina tres objetivos: producir comercialmente una especie de alto valor gastronómico cuya pesquería silvestre está sobreexplotada y restringida a un hábitat acotado; contribuir a la sostenibilidad del recurso al aliviar la presión sobre los bancos naturales; y diversificar la matriz acuícola chilena más allá del salmón y los mitílidos.



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