Mundoacuicola

Revista de Acuicultura.

Salmonicultoras detallaron sus avances en vínculos territoriales

Seminario reunió a múltiples sectores para abordar experiencias y desafíos del relacionamiento comunitario y territorial en el sur de Chile.

El seminario Comunidades al Sur del Mundo, realizado en el Hotel Wyndham Pettra, reunió a empresas de múltiples rubros para presentar experiencias de relacionamiento territorial. La jornada avanzó con exposiciones de comunicaciones estratégicas, gremios, telecomunicaciones, energía, transporte y vitivinicultura, hasta llegar al bloque central con las empresas de la salmonicultura, que expusieron cómo están abordando las relaciones con comunidades, pueblos originarios y actores costeros en las zonas donde operan.

La apertura estuvo a cargo de Magdalena Browne, decana de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, quien planteó que el desafío central para las organizaciones es entender que la confianza se construye desde la pertinencia territorial. Browne enfatizó la importancia de escuchar, adaptar metodologías y comunicar con claridad. “La confianza no se decreta; se construye desde la relevancia y la coherencia”, señaló en su intervención, que introdujo el tono de la jornada.

Ese marco conceptual sirvió para conectar con el primer panel de la mañana, donde Francisca Sanz (Multigremial Los Lagos), Felipe Díaz (SalmonChile) y Antonio Minte (CORMA), moderados por el periodista Juan Osvaldo Mora, conversaron sobre cómo sectores como el forestal, la madera y la salmonicultura han debido asumir que la presencia territorial es un compromiso permanente, no un trámite puntual. Sanz recordó el rol que han jugado sus gremios en emergencias —desde erupciones volcánicas hasta tornados y aluviones—, mientras Díaz subrayó que la salmonicultura “opera en territorios muy distintos, desde la cordillera a los fiordos, donde la excelencia operacional es lo mínimo, porque sin eso no hay relación que aguante”. Minte, en tanto, apuntó a la necesidad de llevar metodologías de relacionamiento también a pequeñas y medianas empresas del sector forestal, que suelen tener vínculos informales pero efectivos con sus barrios y localidades.

El recorrido por experiencias sectoriales continuó con Juan Pablo Fadich, de Viña San Pedro, quien relató cómo la empresa ha construido proyectos agrícolas con comunidades mapuche desde una lógica de transferencia y autonomía. Luego, Gonzalo Palacios, gerente de Asuntos Corporativos de FlixBus, explicó cómo una empresa nueva en el país se inserta en más de 30 destinos con una propuesta de conectividad que debe dialogar con expectativas locales. La mañana sumó también la presentación de Claudio Anabalón, de Entel, quien —entre datos sobre conectividad digital— recordó que Chile es “un país de emergencia permanente”, donde las infraestructuras deben estar preparadas para servir en momentos críticos y donde las relaciones comunitarias son tan estratégicas como la tecnología misma. Desde la energía, Mauricio Enríquez (WPD Chile) y María José Sarmiento (Innergex) mostraron cómo nuevos proyectos renovables se adaptan a territorios diversos, con monitoreos abiertos, mesas de trabajo y coordinación con municipios y organizaciones.

Panel de empresas salmoneras

El bloque salmonicultor profundizó en prácticas concretas y aprendizajes recientes del sector. Participaron Francisco Sandoval (AquaChile), Carla Scheggia (Camanchaca), Felipe Hormazábal (Blumar) y Jeannette Bahamonde (Marine Farm), bajo la moderación de Roberto Gaete Parraguez, director de Tendencia & Territorio. La conversación giró en torno a un eje claro: la relación con comunidades ya no es un complemento de la operación, sino una dimensión que define el rumbo de cada compañía.

Sandoval fue directo al describir el punto de partida del trabajo con pueblos originarios. “Lo primero es mapear y conocer quiénes son, dónde están, cuáles son sus autoridades y cuáles son sus inquietudes reales. Abrimos nuestras puertas porque no tenemos nada que ocultar. Esa transparencia es la base para cualquier confianza”, afirmó. Contó que AquaChile trabaja hoy con comunidades mapuche, huilliche y kawésqar en empleo local, cultura y proyectos conjuntos, siempre desde la premisa de que “compartimos el mismo mar y, por lo mismo, los mismos desafíos”.

Scheggia relató cómo Camanchaca reorganizó su vínculo territorial, integrando comunicación y sostenibilidad social en una misma área. “Si no comunicamos lo que hacemos, no existe. Si no abrimos las puertas, tampoco existe. Las comunidades son dinámicas y cambiantes, por eso hay que estar presentes, escuchando y ajustando lo que hacemos”, expresó. Presentó el Programa Embajadores como un mecanismo para que colaboradores locales representen a la empresa en los territorios, encarnando la cultura interna del vínculo comunitario.

Hormazábal, desde Blumar, subrayó que el trabajo con comunidades parte del propósito corporativo. “Nuestro propósito es nutrir personas honrando océanos. Eso implica también fortalecer a quienes conviven con nuestra operación: trabajadores, proveedores y comunidades. El relacionamiento no es un área aislada, es parte de la estrategia del negocio”, dijo, destacando que la empresa opera desde Caldera a Magallanes con equipos especializados según cada territorio.

Bahamonde cerró el panel contando cómo Marine Farm ha construido una estructura de trabajo territorial basada en fondos concursables y hojas de ruta elaboradas con las propias comunidades. “Los fondos funcionan cuando son transparentes, accesibles y cuando las organizaciones pueden entender claramente qué se financia y qué no. La clave es acompañar todo el proceso, porque los actores cambian y las comunidades son dinámicas”, señaló.

La conversación final dejó la sensación de que algo se está moviendo de manera profunda: los panelistas coincidieron en que el vínculo con las comunidades dejó de ser una respuesta reactiva y se transformó en un eje de continuidad. En palabras de uno de ellos, “este camino ya está abierto, y lo que define el futuro no es cuántos proyectos hagamos, sino cómo nos hacernos cargo del territorio que compartimos”.

Así, dicho bloque del seminario terminó con una idea práctica, repetida por varios expositores a lo largo del día: que la sostenibilidad territorial no depende solo de métricas o reportes, sino de la capacidad de estar presentes y disponibles. No hubo una conclusión única —quizás porque en temas de comunidad no la hay—, pero sí quedó un hilo común: trabajar bien en el territorio es un proceso vivo, que se aprende haciendo, se ajusta en el camino y exige, ante todo, honestidad para construir relaciones que puedan durar lo suficiente como para transformar algo más que una operación.

Jornada PM

Pasadas las 12.00 Hrs. el seminario prosiguió con la exposición de Ignacio Toro, exdirector del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), quien puso sobre la mesa las tensiones entre la evaluación técnica y la decisión política. A juicio de Toro, el diseño actual del sistema genera un desfase que termina afectando tanto a las comunidades como a los proyectos.

Criticó especialmente que el SEA haga una evaluación y luego la autoridad política pueda desconocerla sin asumir costos claros. “Que el servicio haga una evaluación, la autoridad política no tenga idea y le llegue al final un papel que le diga ‘recomiendo aprobarlo’ o ‘recomiendo rechazarlo’, creo que es absurdo. Ningún directorio funciona así, ninguna empresa”, planteó, señalando la necesidad de redefinir responsabilidades y hacer más transparente la decisión final.

Toro también destacó experiencias de otros países, como Brasil y la Unión Europea, donde se usan herramientas de scoping (acuerdo temprano sobre el alcance de la evaluación) y mecanismos formales de resolución de conflictos. A su juicio, en Chile el SEA debería “liderar procesos de resolución de conflicto con equipos especializados, con seguimiento”, en lugar de que las empresas enfrenten solas las controversias, por ejemplo en procesos de consulta indígena.

La reflexión final la ancló en una pregunta más amplia: no solo qué tipo de territorio se deja en términos ambientales, sino también en términos de relaciones. “¿Le vamos a dejar una tierra más conflictuada, más polarizada entre comunidad y empresas, o vamos a generar redes, esperanza, tejido social?”, se preguntó. Y remató: “Si la dejamos un poco menos conflictuada, un poco más con confianza, hicimos la pega”.

Escenarios complejos 

La tarde se retomó con la presentación de José Robles, consultor de la firma Paralelo 7, quien abordó el trabajo comunitario en “escenarios complejos”, en particular vinculados a proyectos de energía y minería. Robles advirtió que muchas compañías se enfrentan a territorios donde existen organizaciones estructuradas para presionar o pedir compensaciones desalineadas con las necesidades reales, lo que obliga a revisar la forma de relacionarse.

“¿Cómo abordamos estos escenarios? No tenemos una varita mágica”, admitió, apuntando a que se viene un contexto político más incierto, con cambios de seremis y autoridades tras el próximo gobierno. “Tenemos que aprender a navegar con viento”, resumió, subrayando que la variabilidad política no puede traducirse en improvisación desde las empresas.

Robles destacó que la academia ya está trabajando en metodologías para apoyar este tipo de procesos, mencionando experiencias de la Universidad del Magdalena en Colombia y el desarrollo de consorcios que diseñan herramientas para ingenieros y equipos técnicos que requieren medir no solo “cuántas reuniones” realizan, sino la eficacia real de esas interacciones. “A veces los KPI no significan cuántas veces voy, sino la eficacia de las veces que puedo ir”, señaló.

En el cierre de su exposición, vinculó estas discusiones con la agenda global, recordando que en la COP de Belém grupos indígenas intentaron tomarse el evento y que incluso se registró un incendio en la sede, hechos poco visibilizados. También relató un trabajo incipiente para asegurar la entrega de medicamentos en la “última milla” en favelas de Río de Janeiro y barrios de alta peligrosidad en Chile, coordinado con ONG para que personas mayores reciban tratamiento pese al control territorial. Todo, como ejemplo de que el desarrollo comunitario “no es solo tema de energía, sino algo transversal” que obliga a mirar más allá del propio patio.

Tras los aplausos, el moderador conectó el mensaje con algo más cotidiano: “Parece que el chocolate ya no va a alcanzar; voy a tener que cambiar la estrategia”, bromeó, antes de presentar al siguiente expositor.

El turno siguiente fue para Sebastián Videla, fundador de Nodo Consultores, quien habló sobre “relacionamiento virtuoso en entornos complejos”. Videla recordó que la consultora nació hace diez años en Puerto Varas y hoy trabaja en 14 regiones, con más de 50 empresas y más de 100 proyectos en 60 comunas, en áreas como salmonicultura, energía, sanitarias y minería.

“Nacimos en el sur, y eso nos obligó desde el principio a entender múltiples realidades territoriales”, explicó. Nodo se especializa en estrategias de sostenibilidad y comunidades, levantamiento de información y diseño de herramientas para fortalecer vínculos con distintos stakeholders. Muchas veces, dijo, entran a una compañía para apoyar su estrategia comunitaria y terminan ayudando a reconfigurar la estrategia de sostenibilidad corporativa completa.

Videla insistió en que la clave no es preguntar solo “qué necesitan” las comunidades, sino construir soluciones en conjunto y a largo plazo. Habló de “confianza y participación vinculante”, proponiendo mecanismos donde las observaciones de la ciudadanía no sean meramente decorativas. “Si voy a ser vecino por 30 años por un proyecto que estoy instalando, seamos vecinos y trabajemos esos 30 años en conjunto”, planteó, enfatizando la idea de desarrollo económico local sostenible, que “enriquezca el territorio y no lo agote”.

Servicios esenciales

En el tramo final de la tarde, el seminario incorporó experiencias desde empresas de servicios claves para la vida cotidiana en el sur de Chile.

Primero expuso Héctor Soto, gerente comercial de la línea de negocios de conectividad del Grupo CPT, quien mostró cómo una empresa de ferris puede ir más allá del traslado de vehículos y pasajeros. CPT opera con cuatro empresas en la Región de Los Lagos y Aysén, con 19 rutas marítimas que movilizan cerca de 6,5 millones de pasajeros y 2,4 millones de vehículos al año, además de operar una ruta en la Región del Biobío hacia la Isla Santa María.

Soto explicó que, más que un “puente marítimo” entre puertos, la compañía participa de la cadena logística de abastecimiento y turismo en zonas aisladas. Presentó cinco iniciativas comunitarias que buscan cambiar la mirada sobre la conectividad, incorporando proyectos educativos, culturales y de apoyo local. “Parte importante de lo que pensamos es poder entregar oportunidades para cumplir con sus expectativas y sus sueños, y no hacer que sus expectativas se adapten a nuestras oportunidades”, señaló, antes de mostrar un video con los rostros de las personas detrás de estos programas.

Luego fue el turno de la distribución eléctrica, con la presentación de Alondra Leal, gerente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad del Grupo Saesa. Leal explicó que la compañía estructura su trabajo bajo una estrategia ESG con tres pilares —transición energética, operación responsable y sintonía con las personas y el entorno— desde la cual se definieron 24 temas prioritarios en materia ambiental, social y de gobernanza.

“El propósito que nos guía es simple pero desafiante: la energía que conecta y transforma vidas”, resumió. En ese marco, detalló que la empresa busca estar “junto a la comunidad, no solo por estar, sino con propósitos”, articulando proyectos que acompañan la transición energética del país sin desatender la dimensión social de la infraestructura eléctrica.

El bloque se complementó con la experiencia de Suralis, que compartió ejemplos de trabajo con comunidades en torno a acceso a servicios básicos y gestión del agua, y con el testimonio de compañías que prestan servicios marítimos a navieras, reforzando la idea de que la logística y las utilidades básicas también tienen una dimensión comunitaria que debe ser gestionada con la misma rigurosidad que la operación.

El seminario concluyó con un último panel dedicado a la participación ciudadana, donde se reunieron Juan García, presidente del Sindicato de Pescadores Artesanales de Caleta Anahuac; José Palma, miembro del programa de conservación marina de WWF Chile; y Tomás Sánchez, CEO de Turistiko, bajo la moderación de Roberto Gaete Parraguez, director de Tendencia & Territorio. Los panelistas compartieron experiencias desde sus sectores y coincidieron en que la articulación temprana, la transparencia y la comprensión de las dinámicas locales son condiciones esenciales para que empresas, organizaciones y comunidades avancen hacia relaciones más estables y respetuosas.