
En su segundo episodio, el programa Agua Viva, el futuro del mar llevó a los espectadores a conocer en profundidad el cultivo del pelillo (Gracilaria chilensis), una macroalga roja ancestral cultivada por comunidades costeras del sur de Chile. Desde el río Maullín, en la Región de Los Lagos, se retrató cómo esta práctica —que alguna vez fue basada en la recolección— ha evolucionado hacia un cultivo organizado, resiliente y cargado de identidad territorial.
El episodio visibilizó el trabajo diario de sindicatos de pescadores y recolectores, muchos de ellos liderados por mujeres, que han hecho del pelillo no solo su fuente de ingreso, sino también una forma de vida. “La importancia de nuestro pelillo es que sobrevivimos con estas algas, es lo único que tenemos por este momento”, expresó una de las protagonistas del capítulo, quien compartió con el conductor Tomás Vigneaux la experiencia de sembrar, cosechar y comercializar este recurso.
El capítulo también abordó el bajo precio que recibe actualmente el pelillo cultivado —alrededor de $105 por kilo— y la falta de infraestructura para secado y procesamiento, lo que limita su proyección. Pese a ello, los productores mantienen la convicción de que este recurso podría tener un rol más protagónico en la matriz alimentaria del país, especialmente considerando que su principal derivado, el agar-agar, se encuentra en productos como mermeladas, helados y cosméticos.
A través de escenas grabadas bajo el agua, entrevistas y momentos de cosecha en terreno, el episodio expuso la necesidad de fomentar políticas públicas que fortalezcan el valor agregado, la diversificación de usos y la incorporación del pelillo en la dieta nacional. También se abordó el potencial que tiene esta alga en contextos de cambio climático, ya que su cultivo no compite con otras industrias como la salmonicultura y puede realizarse en baja profundidad.
Desde Maullín hasta Ancud, Agua Viva mostró distintas visiones sobre el futuro del pelillo en Chile. El capítulo cerró con un llamado a la acción: fortalecer el cultivo de algas como una estrategia concreta para el desarrollo territorial, la sostenibilidad marina y la innovación productiva.
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