
En la península de Hualpén, donde el viento marino se mezcla con la memoria de los antiguos fundos agrícolas, un grupo de familias espera hace más de siete décadas poder llamar suyo el terreno donde han construido su historia. Son los habitantes de Caleta Perone, pescadores artesanales y descendientes de quienes, desde 1950, levantaron sus casas en un espacio facilitado por la familia Perone, inmigrantes italianos que en la década de 1940 se establecieron en la zona.
En esos años, los hombres y mujeres del lugar trabajaban la tierra; eran agricultores al servicio de los dueños del fundo, en una relación marcada por la confianza y la cercanía. Con el tiempo, la agricultura decayó y los empleos se perdieron, pero la familia Perone no los dejó atrás: les permitió quedarse, vivir juntos y echar raíces junto al mar. Así nació una comunidad que, por generaciones, ha sostenido su vida en base al trabajo, la pesca y la fraternidad.
Décadas después, con la Ley de Caletas N° 21.027, se abrió una oportunidad para que Caleta Perone pudiera acceder legalmente a la propiedad del terreno que ocupa. Desde Ferepa Biobío, y tras años de diálogo con los vecinos, se impulsó un proceso ordenado y técnico para cumplir con cada requisito que la ley exige: planos, estudios de línea de marea, plan de administración y capacitaciones en gestión, administración y adaptación al cambio climático.
El programa, desarrollado junto a la Universidad de Concepción, Holon SpA y Ferepa Biobío, permitió completar la carpeta técnica. El propio Gobierno de Chile comprometió los recursos para la compra del terreno, los que hoy se encuentran a disposición del Ministerio de Bienes Nacionales. Todo parece listo para que, por fin, la caleta obtenga el reconocimiento legal que merece.
Pero hoy, cuando solo falta un trámite y una firma, la burocracia detiene la esperanza. El presidente de Ferepa Biobío, Cristian Arancibia Chandía, reconoce y agradece el compromiso de las autoridades —Municipalidad de Hualpén, Sernapesca y Bienes Nacionales, entre otras—, pero lamenta que el proceso esté entrampado en trámites administrativos, e hizo un llamado urgente a actuar con celeridad. “No puede ocurrir que por la burocracia del Estado esta oportunidad única, que además cuenta con financiamiento, se siga postergando, y que décadas de esfuerzo y dignidad se vuelvan a transformar en desesperanza y dolor. Caleta Perone cumplió todo lo que la ley exige; ahora es el Estado quien debe cumplir”, enfatizó.
Desde la caleta, el presidente del sindicato, Miguel Ibáñez, mantiene la fe. “Esperamos que antes de fin de año se concrete la expropiación. Sería hacer justicia con familias que han esperado toda una vida por esto”, señaló.
En este rincón del Biobío, las algas y redes siguen secándose al sol, los botes se mecen sobre el agua y la comunidad de Caleta Perone aguarda el gesto que les devuelva lo que hace tiempo ganaron con trabajo, perseverancia y amor por el mar.
Solo falta un clic, un documento, una firma, para transformar décadas de incertidumbre en un acto de justicia y humanidad.



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