
La camelina (Camelina sativa) es una planta perteneciente a la familia de las crucíferas, la misma familia que incluye el brócoli, la coliflor y la mostaza. Sus semillas son la parte más valiosa de la planta y son ricas en ácidos grasos esenciales, beneficiosos para la salud humana. Se ha cultivado tradicionalmente como una oleaginosa para producir aceite vegetal con fines industriales, y de consumo humano y animal.
Durante un ensayo de diez semanas, científicos del Instituto de Investigación Marina (IMR) de Noruega, en conjunto con Rothamsted Research y la Universidad de Stirling en Escocia, evaluaron los efectos de una dieta para trucha arcoíris basada en ingredientes derivados de camelina transgénica, una planta modificada para producir EPA, DHA y astaxantina.
Los resultados fueron concluyentes, debido a que los peces alcanzaron el mismo peso que el grupo de control alimentado con una dieta estándar y sus filetes presentaron mayores niveles de ácidos grasos Omega 3 de cadena larga que son claves para la salud cardiovascular y neurológica.
Aunque los niveles de carotenoides y la pigmentación del filete fueron menores respecto a los peces alimentados con astaxantina sintética, los investigadores no observaron diferencias en la capacidad natatoria ni en indicadores de estrés, lo que sugiere que el alimento modificado no compromete el bienestar animal.
Más sustentable
Al respecto, el director ejecutivo de ChileBIO, el Dr. Miguel Ángel Sánchez, señaló que “Este desarrollo biotecnológico podría asegurar el acceso a aceites omega-3 de una forma más amigable con la naturaleza. La ingeniería genética aplicada a cultivos como la camelina abre una oportunidad concreta para avanzar hacia una acuicultura más sustentable y menos dependiente del aceite de pescado tradicional que deriva de la pesca intensiva de recursos pesqueros”.
La investigación también destaca la seguridad del aceite derivado de camelina, similar a otras evaluaciones realizadas sobre cultivos transgénicos, como la canola genéticamente modificada. El desarrollo liderado por Rothamsted y respaldado por organismos científicos europeos apunta a ser una alternativa viable y segura para el futuro de la nutrición acuícola.
Este tipo de avances fortalece la biotecnología moderna porque sigue demostrando su potencial para enfrentar desafíos globales como mejorar la nutrición, reducir la presión sobre los recursos marinos y avanzar hacia modelos alimentarios más sostenibles y eficientes.



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