
El Primer Encuentro Internacional sobre Edición de Genomas en Acuicultura, organizado por la iniciativa EDIGEN y realizado en Puerto Varas, reunió a especialistas de distintos países para discutir el estado global de la edición genética y sus implicancias para la regulación y el desarrollo productivo. En ese contexto, la destacada académica estadounidense Alison Van Eenennaam, profesora de la Universidad de California, Davis, analizó la situación regulatoria internacional y las oportunidades que se abren para países como Chile.
Van Eenennaam explicó que gran parte del debate actual se relaciona con la clasificación de los animales editados durante los procesos regulatorios. “Mi presentación abordó el uso de la edición del genoma en especies agrícolas y cómo regular estos productos. La edición del genoma suele hacer una alteración dirigida sin introducir ADN foráneo, por lo que tratarlos como ‘GMO’ no tiene sentido porque no hay ADN novedoso”. Agregó que estas modificaciones son comparables a mutaciones que pueden surgir de manera espontánea o mediante mejoramiento convencional.
La investigadora destacó que los países de América Latina han sido pioneros en adoptar marcos regulatorios que distinguen entre organismos transgénicos y animales editados sin ADN exógeno. “Muchos países, liderados por América Latina y específicamente Argentina, han dicho que si no hay ADN foráneo en un animal, no será tratado de manera distinta al mejoramiento convencional. Ese enfoque ya ha sido adoptado por diversas naciones y abre espacio para que instituciones académicas y empresas locales desarrollen productos adaptados a sus mercados”.
Sotenibilidad
Van Eenennaam sostuvo que este cambio regulatorio ha democratizado el acceso a la innovación, permitiendo que países con recursos limitados también avancen en soluciones biotecnológicas. “Cuando un profesor en Japón puede producir peces editados y formar una pequeña empresa para comercializarlos en dos o tres años, se abren posibilidades reales. Ya no es un proceso multimillonario reservado solo para grandes corporaciones, como ocurría con las regulaciones de transgénicos”.
Respecto del valor productivo de estas tecnologías, la académica enfatizó que la edición genética puede replicar, de forma dirigida, variaciones naturales que tradicionalmente han sido seleccionadas por los criadores. “El mejoramiento tradicional ha producido diferencias enormes dentro de una misma especie, como entre un poodle y un chihuahua. La edición del genoma imita ese proceso, pero de forma precisa, permitiendo introducir una variante puntual que otorga resistencia a una enfermedad en un pez ya mejorado en crecimiento”.
La especialista subrayó que la resistencia a enfermedades representa uno de los mayores beneficios potenciales para la sostenibilidad. “Si se logra que un salmón cultivado sea resistente a una enfermedad, es un triple beneficio: mejor para el productor, mejor para el animal y mejor para el medio ambiente. Un pez muerto no es productivo ni sostenible”.
Marco regulatorio
Consultada sobre las oportunidades para Chile si avanza oportunamente en esta discusión, Van Eenennaam advirtió que la prohibición o restricción excesiva podría generar desventajas competitivas. “Si a Chile se le impide usar estos métodos de mejoramiento mientras sus competidores sí pueden producir salmones resistentes, el país quedará en desventaja. Es importante que las regulaciones globales tengan criterios similares y que cada país siga el camino regulatorio adecuado”.
También subrayó los riesgos comerciales de mantener marcos regulatorios divergentes entre países exportadores e importadores. “Si un país exportador no puede enviar sus productos porque el mercado de destino tiene una regulación distinta, termina aplicándose una suerte de colonialismo regulatorio. Necesitamos normas sensatas, basadas en riesgo y criterios comunes, no enfoques excesivamente precaucionarios y costosos como los aplicados a los transgénicos”.
Sobre la urgencia de avanzar en estas definiciones, Van Eenennaam recalcó que el rezago regulatorio puede implicar pérdidas de oportunidad. “Han pasado cuarenta años y solo existen dos productos animales genéticamente modificados aprobados en todo el mundo. Eso es una falla enorme y un costo de oportunidad: hay animales resistentes a enfermedades y que generan menos contaminación que nunca pudieron llegar al mercado”. A su juicio, adoptar criterios que distingan claramente entre transgénicos y edición genética permitirá que innovaciones seguras puedan competir en igualdad de condiciones.
La investigadora valoró la realización del encuentro organizado por EDIGEN y la participación internacional lograda en Chile, destacando que estas discusiones fortalecen la mirada técnica, regulatoria y comercial necesaria para el desarrollo futuro de la acuicultura basada en biotecnologías de precisión.



Noticias relacionadas
Estudio proyecta efectos del cambio climático en choritos y su cultivo
INTESAL presentó investigación pionera de modelación hidrodinámica del Fiordo Comau
Chile avanza en diagnóstico y vacunas para enfrentar Tenacibaculum en salmones
Científicos latinoamericanos alertan sobre acidificación oceánica en la COP30
INCAR²: Nuevo Centro de Investigación Aplicada para la acuicultura sustentable
Revelan causas del aumento del Erizo Negro de Mar en el Archipiélago de Juan Fernández
Evalúan propiedades anticoagulantes y antitumorales de alga parda en Chile
Uso de antimicrobianos en pisciculturas chilenas: avances, desafíos y urgencias
Estudio chileno identifica desafíos para el bienestar del salmón en agua dulce