
La Enfermedad Branquial Compleja (CGD, por sus siglas en inglés) ha surgido como uno de los mayores desafíos sanitarios para la salmonicultura mundial, generando daños severos en las branquias que derivan en dificultad respiratoria, estrés crónico y, en casos graves, mortalidad. En LACQUA 2025, investigadores del Centro de Biotecnología Acuícola de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) presentaron un estudio que aporta nueva evidencia sobre las alteraciones inmunes y de reparación tisular que provoca esta patología en el salmón Atlántico cultivado.
En conversación con Mundo Acuícola, el académico Felipe Reyes López, integrante del equipo de investigación, explicó que “la complex gill disease o enfermedad branquial compleja es un tremendo tema actualmente en la industria a nivel mundial, ya que se ha observado en centros de cultivo que tiene más o menos una prevalencia de un 20 %. Tiene un factor estacional asociado a un aumento de las temperaturas que, en el contexto del cambio climático, ha provocado aumentos frente a esta situación que incluso en algunos centros ha llegado a provocar mortalidades hasta de un 80 %”.
El investigador detalló que el estudio analizó filamentos branquiales de salmones naturalmente afectados por CGD en centros marinos de los fiordos patagónicos. “Dentro de los hallazgos que hemos encontrado es que, precisamente, el filamento branquial afectado, dañado en CGD positivo, hemos observado que efectivamente hay una respuesta proinflamatoria. Pero esta respuesta proinflamatoria, al contrario de lo que suponíamos, es más bien votada, seguramente provocada o como consecuencia de la palidez en el filamento, por lo tanto una falta de irrigación sanguínea y, en consecuencia, una limitación en el arribo de las células que están involucradas en la respuesta inmunológica para el combate de un patógeno que aún no sabemos cuál es”, indicó.
Presentación del patógeno
El trabajo evidenció además que los filamentos dañados presentan una subexpresión de mecanismos relacionados con la interacción célula-a-célula y con la capacidad regenerativa del tejido. “Hemos observado que hay una subexpresión de una serie de mecanismos ligados precisamente a la interacción celular desde el punto de vista de la static junction. Este filamento branquial afectado tiene entonces una subexpresión de estos mecanismos. También hemos observado que el desarrollo se ve comprometido y, en consecuencia, hay un compromiso integral de esa zona del tejido”, explicó.
Sin embargo, en los filamentos no dañados de los mismos peces se observó una condición opuesta. “En la zona no dañada nos hemos encontrado con una situación más bien acotada y en espera. Tenemos el convencimiento de que, contrario a lo que observamos en el filamento dañado, en la zona no dañada que aún tiene irrigación sanguínea hay un favorecimiento de estas interacciones celulares, un robustecimiento del desarrollo branquial y, contrario a lo que podríamos haber pensado, no observamos modulación de la respuesta inmunológica”, añadió.
La investigación identificó así un desequilibrio inmunometabólico entre ambos tipos de tejido, que explicaría la progresión localizada del daño y la pérdida funcional de las branquias. “Esta falta de irrigación sanguínea, sumada al contexto proinflamatorio, finalmente provoca la renuncia del filamento y la pérdida de esa región. Mientras que en la zona del filamento branquial existe un sensing más bien acotado, como en espera frente a la situación del complex gill disease en la zona dañada”, señaló Reyes.
Desafíos
Uno de los principales retos para avanzar en el control de la enfermedad sigue siendo la identificación del agente causal. “Uno de los principales desafíos, que es por lo cual esta enfermedad branquial compleja se le llama también síndrome, es que no se conoce con exactitud cuál es el agente patológico. Hay una serie de candidatos que se han propuesto, pero el principal impedimento ha sido poder crecerlos en condiciones de laboratorio, por lo tanto los ensayos in vivo destinados a probar que estos patógenos son los responsables no se han podido llevar a cabo”, sostuvo.
El investigador adelantó que el equipo ha detectado posibles candidatos a nivel genómico y que los próximos pasos estarán centrados en su caracterización experimental. “Desde el punto de vista genómico hemos encontrado algunos potenciales candidatos, así que esperamos poder mostrarlo en ediciones futuras del Congreso, junto con el diseño de las pruebas experimentales si logramos crecer el patógeno en condiciones controladas”, afirmó.
Finalmente, Reyes destacó el valor del trabajo colaborativo entre la academia y la industria en este proyecto. “Esta investigación la hemos realizado de forma aunada con la industria, tanto con los productores de salmón, en este caso Blumar, quienes nos han dado la posibilidad de acceder a sus centros de cultivo y hacer la colección de las muestras, así como también con actores claves en la detección de patógenos, como es el caso de ADL, junto con toda su experiencia en enfermedades. Estamos súper contentos porque es un bonito y muy significativo ejemplo de interacción academia-industria para generar conocimiento en problemáticas que son cada día más relevantes a nivel mundial”, concluyó.



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