
Pequeños productores de mejillones enfrentan altos costos y escaso apoyo ante el aumento de mareas rojas en el sur de Chile, según reportaje de Mongabay.
Un nuevo reportaje de Mongabay Latam revela que las floraciones algales nocivas afectan de manera desigual a la industria del mejillón en Chile, dejando a los mitilicultores de menor escala al borde del colapso económico.
Chile es el segundo mayor productor mundial de mejillones (Mytilus chilensis), solo superado por China, con una industria clave para el desarrollo económico del sur del país. Sin embargo, en las últimas décadas, las mareas rojas —Floraciones de Algas Nocivas (FAN)— han aumentado en frecuencia e intensidad desde el sur hacia el norte del país, afectando zonas clave para la acuicultura y evidenciando las brechas estructurales dentro del sector mitilicultor.
Un nuevo estudio basado en 19 años de datos revela el impacto de estas floraciones sobre la industria del mejillón y destaca una alarmante desigualdad: mientras las grandes granjas resisten y se recuperan con mayor estabilidad, las pequeñas luchan por sobrevivir, expuestas a eventos climáticos extremos y a la volatilidad del mercado.
FANs
“Las floraciones algales nocivas que afectan a moluscos bivalvos, desde que hay registros, han venido manifestándose de una forma muy fuerte desde el sur y han ido subiendo al norte: desde la región de Magallanes, Aysén y, finalmente, en el contexto donde actualmente se produce la acuicultura en Chile, que es en la región de Los Lagos”, detalla Luis Outeiro a Mongabay, investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile.
Según el estudio, publicado en abril de 2025 en la revista Harmful Algae, esta actividad se concentra principalmente en la región de Los Lagos, donde no solo representa el 7 % del producto interno bruto regional, sino que emplea a unas 17 000 personas. No obstante, la distribución de la producción es desigual: apenas el 10 % de las granjas concentra el 77 % de los ingresos del sector, con una cadena de valor orientada casi exclusivamente a los mercados internacionales.
Las FAN, provocadas por el crecimiento descontrolado de microalgas eucariotas o cianobacterias, pueden agotar el oxígeno del agua, liberar toxinas y causar la muerte masiva de especies marinas. Los mejillones, al filtrar grandes volúmenes de agua para alimentarse, acumulan estas toxinas, lo que los convierte en un riesgo para la salud humana. Por ello, las autoridades activan cierres preventivos cuando se detectan niveles peligrosos, interrumpiendo la cosecha y la comercialización por días o incluso meses.
Impactos
Aunque estos cierres buscan proteger la inocuidad alimentaria, su impacto económico no es igual para todos. Las grandes operaciones —granjas de más de 8 hectáreas— cuentan con mejores condiciones para enfrentar las paralizaciones, mientras que las pequeñas —menores a 3 hectáreas— carecen de los recursos para resistir, acceder a financiamiento o mantener plantas de procesamiento propias.
“Existe todo un sistema de gobernanza dentro de este contexto productivo que, de alguna forma, ha creado una asimetría”, explica Outeiro. “Lo que se ve en los datos es que hay una menor capacidad de respuesta, y además que el sistema de gobernanza chileno no hace distinción, porque no hay sistemas de apoyo que permitan que, en función de tu producción, puedas generar ayudas o programas de monitoreo que no sean dependientes del contexto financiero de cada uno”.
Entre 1956 y 2021 se han registrado más de 500 eventos de marea roja en Chile, con un aumento marcado en la última década. Aunque el fenómeno es natural y observado desde antes de la actual preocupación climática, el equipo científico advierte que su frecuencia y duración se incrementan en regiones que experimentan calentamiento, lo que sugiere una posible relación con las olas de calor y el cambio climático regional.
“Se ve una fuerte relación, o casi una causalidad, con las condiciones ambientales de temperatura que provocan que haya una mayor cantidad de quistes que originan algas nocivas con respecto a las benignas”, describe Outeiro. “Sobre todo, la hace más vulnerable [a la industria] cuanto más cerrado sea el subsistema del que estamos hablando, es decir, menos abierto al intercambio de aguas con el océano y con el contexto de los estuarios”.
Crisis del 2016
El año 2016 fue especialmente devastador. El evento El Niño, apodado “Godzilla”, desató una de las peores crisis para la mitilicultura chilena. Cristian Segura, especialista en mitilicultura del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), recuerda que los mejillones acumularon toxinas paralizantes producidas por el dinoflagelado Alexandrium catenella, cuya presencia fue más intensa y prolongada de lo habitual.
“Todos tuvieron el problema de cierre de centros y que no podían cosechar, pero mantener el círculo de la semilla —que tiene un tiempo acotado en el sistema— impactó no solamente durante un siglo productivo, sino que duró dos años para las pequeñas empresas”, describe el coautor del estudio.
Durante esos meses críticos, los pequeños productores, sin posibilidad de cosechar ni vender, debieron seguir asumiendo costos fijos: insumos, certificaciones, combustible, entre otros. Muchos se quedaron sin recursos para sostener sus operaciones.
“En Chile existe el Programa de Sanidad de Moluscos Bivalvos (PSMB), que lo paga el productor y no el Estado. Es bastante caro”, alrededor de 1700 dólares por muestreo, explica Segura. “El sistema obliga a los productores a hacer monitoreo ambiental y de sus productos para saber que los mejillones están aptos para la exportación, resguardando la inocuidad de los productos para consumo humano. Los productores pequeños tampoco podían pagarlo: no podían vender, no tenían ingresos, solo gastos elevados. Muchos de ellos llegaron a un punto de no retorno con respecto a la sustentabilidad de sus centros de cultivo”.
Soluciones
Entre las posibles soluciones identificadas por los especialistas se encuentra el fortalecimiento del sistema de monitoreo, que permita a los productores anticiparse a los eventos FAN y retomar la actividad más rápidamente tras un cierre.
“Los productores en general, sobre todo los más pequeños, tienen la esperanza de que este programa de monitoreo —el PSMB— sea financiado por el Estado”, comenta Cristian Segura.
Otra alternativa, aunque más costosa y aún incipiente en Chile, es la eliminación directa de las microalgas nocivas mediante métodos biológicos, físicos o químicos, utilizados solo en países desarrollados y en condiciones ambientales específicas.
Asimismo, nuevas líneas de investigación buscan comprender el efecto del cambio climático sobre el ciclo productivo de los mejillones. Un punto crítico es la disponibilidad de agua dulce para los estuarios en zonas como Chiloé, donde se realiza la captación de semillas.
“La captación de semillas se hace en una zona de estuario en Chiloé, donde hay mucha influencia de los deshielos de la cordillera de los Andes y que, hoy día por el cambio climático no acumula la nieve como hace siete u ocho años atrás. Por lo tanto, hay un riesgo importantísimo con respecto a los aportes de agua dulce en estos estuarios”, explica Segura. “Creo que abordar esta problemática con el enfoque de cambio climático per se, sin otros ‘ruidos’, como el fenómeno El Niño o La Niña, es súper importante, así como los riesgos que tiene en términos socioeconómicos”.
Fuente: Mongabay. Más detalles en
https://es.mongabay.com/2025/07/cerca-punto-no-retorno-pequenos-productores-mejillones-vulnerables-mareas-rojas-chile