
El Juzgado de Garantía de Puerto Montt volvió a aplazar la audiencia en la causa penal por contaminación contra la empresa Salmones Blumar S.A., debido a que no se han concretado todas las diligencias necesarias para evaluar una salida alternativa. El procedimiento está vinculado al hundimiento de 16 balsas jaula en el centro de cultivo Caicura, en el Estuario de Reloncaví, ocurrido el 27 de junio de 2020, y que dejó en el fondo marino unas 2.900 toneladas de salmones muertos.
La audiencia, realizada este lunes 23 de junio y presidida por el juez Juan Carlos Orellana Venegas, duró apenas cuatro minutos. En ella se informó que sigue pendiente un oficio de la Superintendencia del Medio Ambiente y que aún no se ha logrado contactar a todas las caletas de pescadores cercanas al área del incidente, diligencias clave para determinar el posible impacto social del hecho.
De común acuerdo entre las partes, se fijó una nueva fecha para la audiencia de salida alternativa: el 20 de agosto de 2025 a las 08:30 horas. Asimismo, se instruyó notificar al imputado Pedro Pablo Laporte Miguel —representante legal de Blumar— a través de su defensa, dado que el imputado no compareció.
Querella del Consejo de Defensa del Estado
La causa se inició tras la querella presentada en enero de 2021 por el Consejo de Defensa del Estado (CDE), que imputó a Salmones Blumar S.A. y a quienes resulten responsables por el delito de contaminación de cuerpos de agua, tipificado en el artículo 136 de la Ley General de Pesca y Acuicultura.
Según el CDE, la introducción al mar de 2.900 toneladas de biomasa en descomposición se produjo tras el hundimiento de las jaulas en el centro Caicura, lo que habría sido consecuencia de un actuar negligente de la empresa. El organismo sostiene que Blumar no aplicó las medidas de seguridad exigidas por la normativa sectorial para el mantenimiento de sus estructuras, las que debieron resistir tanto la biomasa declarada como las condiciones climáticas y oceanográficas del lugar.
La querella detalla que la descomposición de esta biomasa generó ácido sulfhídrico y otros contaminantes de origen biológico, con efectos graves sobre el entorno marino, incluyendo la muerte de otras especies. Además, al tratarse de salmones de cultivo —manipulados artificialmente para maximizar su rendimiento y salud—, su descomposición habría incorporado al ecosistema residuos como pesticidas y antibióticos, alterando las características fisicoquímicas del medio y afectando a las comunidades bentónicas del sector.



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